Tercera semana de confinamiento. Tiempo más que suficiente para sacar a la luz las miserias de nuestro tiempo. Las heridas se abren, supuran, escuecen y ahora se hacen más visibles que nunca. El Covid-19 ha paralizado en seco la maquinaria capitalista y el bloqueo nos ha permitido evidenciar de una forma un tanto obscena que las personas no estaban en el centro.
Todo esto no es nuevo. Las heridas hace mucho que están ahí, escondidas bajo un manto de tiritas. Desde las organizaciones sociales nos devanamos los sesos para denunciar lo que ahora resulta cristalino. Si algo tenemos que agradecer al bicho es que ha hecho la mejor campaña de sensibilización posible.
El catálogo de heridas es amplio: para empezar, la soledad. En España más de cuatro millones de personas dicen sentirse solas. En estos días nos hemos acordado de ellas, les llevamos la compra, les cantamos cumpleaños feliz a varios metros de distancia, las llamamos por teléfono.
Otra herida que hoy nos escuece y mucho es
la precaria situación de las profesionales del hogar y los cuidados. Muchas de ellas mujeres extranjeras en situación irregular que llevan años trabajando muy a su pesar sin ningún tipo de contrato. Hoy muchas de ellas no se pueden quedar en casa. Lo cuenta bien Dolores Jacinto Nieto en esta entrada de
El Fémur de Eva.
La brecha digital es otra herida que evidencia que el confinamiento no está siendo igual para todos. Niños, niñas, adolescentes en situación de extrema vulnerabilidad hoy no pueden comunicarse con sus centro escolar y seguir las miles de iniciativas online que toda la comunidad educativa esta improvisando estos días. En casa no hay tablets, ni ordenadores, ni wifi. Hay brecha.
Ho Chi Minh City, Vietnam, 1995, Sebastião Salgado
El catálogo de heridas es amplio: la precariedad y desprotección de las residencias de personas dependientes, la situación de las personas sin hogar, el injusto encarcelamiento de personas indocumentadas en los CIEs, las mujeres víctimas de violencia de género. Los explotados trabajadores extranjeros del sector agrario. Y si miramos un poco más allá de nuestras fronteras, no hay herida, hay desgarro. Apenas empezamos a ver las consecuencias que tendrá la pandemia en países empobrecidos donde el derecho a la salud no está garantizado. No. Las personas no estaban en el centro.
Ya no hay excusas. Es la mejor oportunidad para poner a las personas y el planeta en el centro.
Ahora que no hay tiritas, que la cosa duele de verdad, todo es emergencia. El Estado, las empresas, las personas de buena voluntad, todos nos apresuramos agudizando el ingenio para que la herida no se infecte en este, nuestro blanco y patriarcal primer mundo. En otras latitudes las heridas hace tiempo que están infectadas. Ahora tal vez nos acordamos un poco más de África y sus continuas epidemias. Muchas de ellas evitables. Ahora, por fin, parece que encontramos el sentido a la palabra cooperación.
Y la pregunta que todos nos hacemos hoy: ¿qué pasará cuando todo esto acabe?, ¿seguiremos igual, poniendo parches? Quiero imaginar que no, que cuando todo esto acabe dejaremos de ser tan estúpidamente individualistas, nos preocuparemos mucho mas por el planeta, focalizaremos todos nuestros esfuerzos en construir una auténtica sociedad de los cuidados. Ya no hay excusas. Es la mejor oportunidad para poner a las personas y el planeta en el centro.
Creo q el corazón de mucha gente está maduro. Y han visto todo eso y mucho mas. La gente sabe q ésta no era manera de vivir. Ahora costará un tiempo crear las nuevas formas.
Pero enfocados en lo que queremos y en cômo queremos vivir somos capaces como sociedad de reinventarnos. Social, laboral, relacional/afectivamente y espiritualmente.
Yo veo claro ademas de eliminar lo superfluo y reconocer nuestras necesidades reales:
una reducción del tiempo de trabajo y sueldo (reparto del trabajo) cosa q beneficia mucho al planeta pq tb tienes menos para consumir.
Y una explosión de acciones comunitarias muy baratas q resuelven muchas necesidades de una. Aprender a cultivar, hacerse jabones, reparar… Compartir cosas (biblioteca de las cosas), banco del tiempo (compartir servicios, saberes, trabajos, compañia, arte…) . Mejorar la eficiencia y sostenibilidad energética (en lo doméstico y en los desplazamientos y la producción). Moneda local que ayude al potenciamiento de las iniciativas locales.
En fin dejarnos de trabajar y gastar en lo que no necesitamos ni nos hace felices y apoyarnos en las redes comunitarias. Es decir sumarnos a tantos q lo estan haciendo ya en la red del movimiento en transición.
Me ha gustado mucho.
Hola Lourdes, enhorabuena y gracias por compartir estas reflexiones. Me pregunto si esta situación que nos ha llegado sin avisar nos hará reflexionar y cambiar el rumbo. Es difícil, un gran reto pero soy optimista y pienso que sí, feliz día!
Hola Lourdes! Es verdad que «el bicho» quisas nos está haciendo una campañada de sensibilización.
Ahora que estamos encerrados en casa resulta que la contaminación ha disminuido notablemente, los rios están más limpios, los animales caminan tranquilos, la naturaleza respira tranquila…
Está situación nos tendría que hacer reflexionar en lo siguiente ¿es correcta la forma de vida que teníamos hasta entonces? ¿No seremos nosotros el virus? ¿vamos a seguir igual?
Creo que la vida nos a dado una oportunidad, quien dice que sea la última, para poder cambiar desde adentro hacía fuera.
¡Esto depende de cada uno de nosotros!