Si bien es cierto que España es un país aconfesional, así lo marca el artículo 16 de la Constitución, en el que se establece que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», la realidad es que la segunda parte del artículo “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”, deja la puerta abierta a situaciones sorprendentes en un estado laico como las que se citan en este artículo del huffingtonpost. Por tanto, nos encontramos en un país oficialmente aconfesional pero con una clara debilidad hacia la las manifestaciones religiosas de una única religión: la católica.
Por otro lado, tal y como apunta el Informe anual de Islamofobia en españa 2017 es creciente el sesgo islamófobo de líderes políticos de partidos de diferentes ideologías. ISLAMOFOBIA POLÍTICA y en Instituciones. Los datos de este informe se complementan con las conclusiones de este otro estudio de la Universidad de Valencia “La integración sociolaboral de las mujeres musulmanas: un espacio abierto para la innovación social en Valencia”, dirigido por Ana Sales Ten. En él se destaca que la política pública en la Comunidad Valenciana no está siendo bien entendida por parte de las mujeres musulmanas. “En los últimos diez años se había dado un incremento significativo en políticas de inmigración. Es un dato objetivable. Con el nuevo gobierno las políticas de inmigración pasan completamente desapercibidas. Esta circunstancia genera en las mujeres musulmanas y en su comunidad un sentimiento de desprecio”, apunta Ana Sales. El estudio concluye que, aunque quizás es una percepción alejada de la realidad y la voluntad política, está derivando en un mayor aislamiento social y un alejamiento del interés por la integración.
Las personas musulmanas en España viven la contradicción de un estado laico en el que muchos líderes políticos, de diversas ideologías muestran simpatía hacia la religión católica y al mismo tiempo una indiferencia creciente hacia las manifestaciones religiosas de la comunidad musulmana. Esta situación unida a la discriminación y creciente islamofobia en distintos ámbitos, hace que la integración de esta comunidad sea más complicada.
Boutaina El Hadri, gerente de la asociación Jovesolides, sugiere que “para paliar este sentimiento sería aconsejable que los representantes políticos de la comunidad, al margen de activar políticas públicas específicas, realicen pequeños gestos de reconocimiento y valoración de la religión musulmana, como por ejemplo, felicitar el Ramadán. Estamos tan machacados que cuando una autoridad política como el Primer ministro de Canadá nos felicita el Ramadán o la fiesta del Cordero, miles de musulmanes lo comparten en redes sociales. ”.
En definitiva, ¿Por qué considero que las políticas y políticos que trabajan por la inclusión social deberían felicitar el Ramadán? Porque son un referente para toda la sociedad; porque si pretenden la inclusión de las personas musulmanas, además de garantizar los derechos y libertades básicas, es importante y urgente que tengan gestos que demuestren a todos que su forma de celebrar la religión es respetada y valorada en primer lugar por las personas que les gobiernan. Y quizá de este modo, con pequeños gestos, los musulmanes y musulmanas empiecen a ser respetados y valorados por el resto de sus vecinos.